viernes, 25 de enero de 2013

Un cocodrilo sintético
parece que habla por los codos.
Mientras tanto,
Kung Fu Panda hace ejercicios
espirituales, en inglés.
La madre le pone los dibujos en
lengua extranjera.
Para que aprenda el niño.
(Un pragmatismo muy de ahora;
que a mí no me parece del todo
bien. Al fin y al cabo,
¿cómo va a disfrutar
de algo que no acaba de entender?,
¿dónde establecer la barrera
que separa el ocio de la obligación
de aprender cosas concretas?)
La cena. A cenar. Absorto, con la mirada
puesta en una pantalla
y sin hablarnos.
¿Un poco de ketchup?


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