martes, 15 de enero de 2013




Jean-Louis Trintignant dice en una entrevista que le ha supuesto un gran esfuerzo rodar Amor, de Haneke.

Los actores, los grandes actores de carreras largas, que siguen actuando en películas hasta casi su muerte, nos ofrecen generosamente el espectáculo del envejecimiento de sus cuerpos. (Recuerdo haber leído an alguna parte que Cary Grant fue más listo que eso: abandonó la interpretación cuando su físico empezó a decaer. Algo parecido hizo Greta Garbo. Ambos, prefirieron conservar el misterio de sus atractivos respectivos.)

(Ahora, como decimos, ya hemos pasado a otra cosa. Hemos cambiado el misterio por la constante exhibición. Ya todo es espectáculo. Hacemos espectáculo de lo contrario al espectáculo; es decir, exhibimos de manera constante e impúdica nuestra intimidad.)

No tenemos imágenes de Greta Garbo o Cary Grant decrépitos. Tampoco los hemos visto desnudos, follando, Cary Grant eyaculando en el rostro maquillado de Greta Garbo, mientras ella abre la boca y simula un éxtasis que nunca ha sentido por un hombre. (Al derribar sus mitos se ha desvelado que, al parecer, ella era lesbiana y él gay.)

Antes la verdad no importaba. Importaba su representación.

Ahora nos preocupa eliminar todas las imposturas, como si pelásemos una cebolla. Y el resultado es igualmente frustrante. Debajo de una capa hay otra capa y debajo, otra. Así indefinidamente. Siempre encontramos una nueva impostura. La diferencia, tal vez, es que las imposturas son cada vez más simples, menos, digamos, elaboradas, menos autoconscientes.

Buscamos algo primigenio, por lo tanto.

Trintignant y Emmanuelle Riva, huyendo del modelo Grant-Garbo, se han puesto al día. De alguna manera, se han modernizado. Nos han mostrado, digamos, el valor pornográfico de su propia decrepitud.

Yo creo que la fotografía es siempre pornográfica. Porque muestra siempre todo, sin discernimiento, sin elaboración.

Garbo y Grant pretendieron elaborar su imagen. Siempre jóvenes, siempre guapos. Huyeron de la falta de discernimiento que se exhibe en los medios. Se apartaron de la foto, ocultándose. Negándose a mostrar lo que, según ellos, no debía mostrarse.

Por eso Trintignant dice haberse agotado. Porque Amor, la película de Haneke, pone en evidencia como ninguna otra la pornografía de la vejez, la suya, la del antiguo galán francés, la del hombre apuesto que es ahora un anciano renqueante.

Haneke, en el plano (fijo, larguísimo) que muestra al público de un teatro, nos interpela a todos. Eso que vamos a presenciar nos concierne. El final de un ser humano. El momento en que el ser humano lo pierde todo: la movilidad, el lenguaje, hasta la mirada. Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva nos lo brindan, con el consiguiente desgaste. El asombro, tal vez, de verse a uno mismo frente al propio final.


7 comentarios:

  1. "Yo creo que la fotografía es siempre pornográfica. Porque muestra siempre todo, sin discernimiento, sin elaboración."

    Error típico, frecuente entre pintores curiosamente que deberían saber lo que es la composición, y eso que el mejor (para mí) fotógrafo del pasado siglo era un excelente dibujante

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  2. error típico el tuyo, Lans, confundir "composición" con "encuadre"

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    1. Encuadre y composición no son lo mismo, en efecto, sobre todo por el proceso para obtener uno y otro, por lo demás...o discuto con sobrados, eres un craso ingorante en materias visuales que te podrían ayudar en tus inetreses, te lo digo con todas las letras

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  3. no niego ser un ignorante, Lans; pero, bueno, al menos eso lo tengo claro: encuadre y composición no son lo mismo, de hecho, la aparición de la fotografía, en el siglo XIX, como sabes, supuso que pintores como nuestro admirado Degas se plantease nuevas formas de "componer" un cuadro

    admito mi error: en el "encuadrar", que es, digamos, lo específico de la fotografía, sí existe un "discernimiento", al contrario de lo que afirmo en el post... siempre hay algo que queda fuera de la foto, que se oculta, y que el fotógrafo elige ocultar

    lo pornográfico en la foto, a mi modo de ver, es la enorme constelación de detalles que se muestran siempre y la curiosidad que suscitan, el deseo de "objetivarlo" todo, de pasarlo todo por el tamiz de la cámara

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    1. sí, y no, de acuerdo contigo en la primera pare, en desacuerdo, nuevamente, en tu parrafo final: el buen fotógrafo es aquel que sabe, com o el escultor, de qué prescindir.

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  4. "Ya todo es espectáculo". Lo has dicho. Eso es todo. Estamos viviendo en una `burbuja de la exhibición´, con las redes sociales y demás... parece que en realidad ansiamos la comunicación cuando lo único que en realidad queremos es que nos vean, que nos oigan, que nos lean y oirnos nosotros mismos, leernos, vernos follando o debajo de un monumento.

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    1. mostrarnos también es comunicación: al del autista

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