martes, 17 de abril de 2012

Las marcas comerciales aspiran siempre a ser garantía de calidad. Objetos de calidad, ruidos de calidad, imágenes de calidad. No paro de darle vueltas a la calidad. A ese mínimo exigido para consumir algo. Yo prefiero llamarlo adecuación. Algo es adecuado o no lo es; cuando se habla de calidad, ya lo he dicho, no entiendo nada. ¿Qué es entonces una educación de calidad? Los marcadores de calidad, en el caso de la educación, son las pruebas de nivel. En ese caso, en una zona en la que haya muchos alumnos que titulen o saquen puntuaciones muy altas, ¿estamos hablando de calidad o de adecuación a las pruebas de nivel que permiten titular? La educación en los últimos años ha virado progresivamente hacia las disciplinas técnicas en detrimento de las humanidades. ¿Ha mejorado o ha empeorado la calidad educativa? Evidentemente ha mejorado la adecuación de la educación a un mercado laboral cada vez más tecnificado, si se quiere. Pero, la educación, así en general, ¿ha mejorado, ha aumentado su "calidad"? De qué habla el personal cuando califica algo, cualquier cosa, de ese modo. ¿Qué es la pintura de calidad? ¿La que está hecha con materiales muy caros? ¿Y un sonido de calidad? ¿Si se escucha algo, no es mejor juzgarlo en relación a su adecuación? ¿Es la nitidez de sonido lo que marca la calidad de una música? ¿La melodía, la más barroca de mayor calidad y la sencilla mucho menos? ¿La claridad es calidad y el desorden no? Pero, aparte de no tener claro el concepto de calidad; me jode que se utilice como justificación. (El músico que, teniendo más medios, dice que sus canciones son ahora de una mayor calidad; o el pintor que mide la calidad de su pintura en relación a su mayor o menor destreza técnica.) No obstante el colmo es que desde la política, se nos venda que la calidad de la educación depende de la crispación del profesorado. Porque de eso se trata en estos tiempos. Dice el ministro: Vamos a exigirles a los profesores un mayor esfuerzo en favor de la calidad de la educación. Sin embargo, esto, perversamente, se traduce en un aumento de la ratio, de las horas lectivas y una reducción del sueldo. No se entiende el discurso, ¿no? ¿Dónde reside en ese caso la calidad educativa? ¿Si yo trabajo más horas rendiré mejor? ¿Si tengo más alumnos podré impartir mejor mis clases? ¿Si cobro menos querré trabajar más o más a gusto?

1 comentario:

  1. Es la perversión del lenguaje, el enésimo triunfo de la 'neolengua' orwelliana.

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