El blanco del invierno aún agarrado a la cumbrera
perce-neige
tú, tierna diana.
En un santiamén
me corre en torrente el agua de deshielo
derribo al negro muñeco de nieve.
Muevo yo la rueda de mi año
hacia las rosas
y más allá del verano
hacia dentro de la hojarasca de la papa
y por sobre el otoño
de prisa
de prisa
adónde.
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