miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ayer ella y yo
estábamos
muy cansados.
No teníamos ganas
ni de preparar una cena
a medias.
Ella se acostó
y yo me puse a ver
cualquier cosa
por televisión.
Una mierda, como siempre.
Tardé una hora más o menos
en desengancharme.
Finalmente, me fui
a dormir.
Ella aún leía
en su lado de la cama,
recostada
de manera
que a veces uno no sabe
si se ha dormido
con el libro
en la mano.
Me acerqué.
Estaba llorando.
¿Qué te pasa?,
le dije.
Este libro habla
de gente
como nosotros,
me dijo,
de lo fácil
y liberador
que es a veces
perderlo todo.
(Quise averiguar más.
No hubo forma.)
Luego preguntó
si yo la quería.

1 comentario:

  1. Yo acabaría el poema en "...perderlo todo". Está trenzado sobre un poso magnífico... el tema hiere, me gusta.

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