viernes, 11 de noviembre de 2011

No escribiré nada acerca de lo que he visto. Escribo al pie del instante que esquivo, a rastras
de una pregunta preñada de preguntas.
El mar es mi casa.
No escribiré nada acerca de la calle, el follaje del árbol ahogado.
No escribiré nada acerca de la bestialidad de los hombres, la palabra profanada.
Inocente y culpable, distanciada en el corazón y en los ojos de mi padre y de mi madre,
por una resurgencia de demencia
cuyas gradas son las piedras calcinadas.
Sola, en mi terror a mirar por encima de la tapia.
Sola, en mi penumbra obstinada.

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