Era lo de siempre. Yo esperaba que fuese
de alguien para mí hasta ese momento desconocido;
y que me entusiasmase
como me entusiasmaron algunas cosas
hace ya bastante tiempo.
Lo triste es que ya solamente me queda
esnobismo, ni fervor ni entusiasmo.
Hambre de nombre.
pues qué triste!
ResponderEliminar