martes, 19 de julio de 2011



Un dibujo, una pintura, en definitiva son un esquema. Como una foto. Un ídolo, un tótem. (Emblema protector, simbólico. Ejemplo de conducta o actitud.) Igual que una canción, o un libro. Se me ocurre que para que todo esto funcione, para que se active su mágia, se ha de hacer tangible. La materialización del ídolo es un requisito indispensable. De ese modo se hace concreto. De lo contrario no deja de ser fantasmal, aterrador, un espectro alienante. Pues bien, yo creo que con las imágenes televisivas pasa eso: nunca dejan de ser alienantes. Son como fantasmas que se nos aparecen en nuestras casas, en el interior de nuestros hogares, para arruinarnos el día, el año, la vida. Es posible que el ser humano nunca haya dejado de ser, digamos, totémico (es decir, aspirante a tótem, a ser uno, a tener uno, a ser protegido por uno). El aparente raciocinio de las tecnologías nos despista. Estamos en realidad perdidos en una total y oscura irracionalidad. La razón es un espejismo. Sus imágenes, como digo, son solamente fantasmas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.