sábado, 13 de abril de 2019

(Acerca de jugar lesionado)

Llega un alumno millonetis -al papá del cual le cuesta cada sesión con tiíto Toni unos cuatrocientos o quinientos euros (más que una copiosa comida en el restaurante más lujoso de Mallorca)-... Llega ese alumno con muletas y un parte médico para justificar una lesioncita que el nene se ha hecho haciendo cabriolas con una moto acuática en Cala Rajada.

Dice el alumno: ¿Puedo llamarle a usted tiíto Toni?

Dice tiíto Toni: Serán doscientos euros más.

Dice el alumno: No importa. Los va a pagar mi papá.

Dice tiíto Toni: Okey, a partir de ahora soy tiíto tuyo.

Dice el alumno: No puedo jugar hoy, tiíto. Tengo un esguince en cada pierna.

Dice tiíto Toni: Para empezar, estás cogiendo la raqueta con la mano equivocada. Si quieres que yo te entrene has de coger la raqueta con la mano izquierda. En esta académia no queremos diestros.

Dice el alumno: Si mi papá te paga tres mil más, ¿puedo jugar con la derecha? Es que con la izquierda se me cae la raqueta.

Dice tiíto Toni: Bueno, vaaale. Por tres mil más puedes jugar con la derecha. Pero el revés a dos manos; de lo contrario te cobraré un extra.

Dice el alumno: No hay problema. Revés a dos manos, como Djokovic. Pero hoy no jugaré. No puedo ni moverme.

Dice tiíto Toni: ¿Cómo dices? ¿Tú sabes dónde te has metido? ¡Mira a tu alrededor! Aquí las lesiones no cuentan. Son un acicate. Las lesiones te llevarán a ganar Roland Garros. Nuestra máxima reza: "No siento las piernas, pero puedo empuñar una raqueta".

De pronto, el alumno mira alrededor. Un ejército de tullidos corretea por las pistas de la academia. Mientras corren y saltan, cantan, exaltados: "El dolor no existe, la gloria es eterna."

Dice tiíto Toni: ¿Nunca te he hablado de Rafel? ¿De cómo ganó un Máster Mil con los ligamentos rotos? ¿De cómo jugó una semana un Grand Slam con el metatarsiano partido en tres trozos?

El alumno coge el Aifón de última generación y llama a su papá: Lo dejo, papá. Vámonos mejor con Boris Becker. Ése sí que sabe vivir.

jueves, 14 de marzo de 2019

(Acerca de Nick Kyrgios y Bartleby)

El escritor barcelonés Enrique Vila-Matas tiene un librito titulado "Bartleby y compañía" sobre el mundo de los escritores que el propio Vila-Matas apoda "bartlebys". Los escritores bartlebys son escritores que, como dice el artículo, tienen fama de escritores pero no tienen obra. O abandonaron la escritura o los avatares de la vida les impidió desarrollar su escritura.

Bartleby es un personaje de una novelita corta de Melville. Es un escribiente que siempre que recibe el encargo de escribir algo contesta, displicente: "Prefiero no hacerlo". De ahí que Vila-Matas lo eligiera como metáfora del escritor sin obra; que, considerándose escritor, "prefiere" no escribir.

El gran ejemplo de escritor displicente fue el suizo Robert Walser. Walser dejó de escribir prematuramente, sin haber logrado apenas ningún éxito con sus escasas publicaciones. Se dedicó a, simplemente, pasear por los alrededores de un sanatorio en el que vivió recluido. Hoy es considerado un genio literario, a la altura de Franz Kafka, otro genio displicente.

El tenis exige logros. Logros materiales. En el campo de las artes, un escritor o un artista puede ser toda su vida un desgraciado y reivindicarse su obra después de muerto. En el deporte esto no es del todo posible. No obstante, sí que hay tenistas que, siendo durante su vida tenística grandes fracasados, a mi modo de ver sí merecen reivindicarse. Mi favorito es Miloslav Mecir. Todavía busco vídeos de partidos de Mecir en Youtube. Y todavía me maravilla la manera que tenía Mecir de manipular a sus rivales. Su absoluta "facilidad". No ganó casi nada; pero dejó una sombra dibujada en Youtube que vale como una gran obra de arte.

Cuando al final de su vida otros escritores visitaron a Robert Walser para intentar convencerle de que volviera a escribir, alegando que su obra se había revalorizado, el escritor suizo contestaba siempre que "prefería no hacerlo". Murió solo, durante uno de sus paseos. No era cierto que hubiera dejado de escribir. Con una escritura en miniatura (microgramas) dejó poemas y cuentos en los márgenes de otros libros o revistas. Hoy, lo editores todavía tratan de descifrar servilmente sus microgramas.

Es posible que Kyrgios no llegue a lograr nada importante. Pero desmontar las todopoderosas guardias de los Nadal, o Djokovic, o Federer, y hacerlos parecer, aunque en ocasiones limitadas, unos desconcertados principiantes, bien merece una mención honorífica, como un "bartleby" del tenis. Que prometiendo mucho, simplemente "prefiere no hacerlo".
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