lunes, 28 de octubre de 2024

Topuria y las invasiones bárbaras

 Hace unos años, en plena tensión post milenio, un director canadiense, Denys Arcand, reflexionaba sobre que el derrumbe de las disciplinas humanísticas y, como consiguiente, las ideologías sujetas a ellas, iba a suponer el final del mundo civilizado y el advenimiento de un nuevo periodo de popularización de costumbres bárbaras, incivilizadas, irracionales, gratuitas.


La ciencia humanista se sujeta en la necesidad. La incivilización da paso a la gratuidad. 


¿Vivo en una sociedad incivilizada?


Para Adolf Loos, arquitecto, un signo de barbarismo era la ornamentación del cuerpo, esto es, el tatuaje. La forma del tatuaje actual, además, da paso a la gratuidad.


No obstante, la peor señal de incivilización es, a mi modo de ver, la banalización de la violencia. En las ficciones que se consumen a través de las pantallas. En los juegos. También en el lenguaje. 


Hace un par de décadas, en los albores de un grupo neofascista valenciano llamado España 2000 se hablaba, pues varios miembros de ese grupo lo practicaban, de un nuevo pugilismo que admitía patadas y puños desnudos. 


Recuerdo que en los años noventa la épica del boxeo clásico llegó a estar en decadencia. En décadas anteriores llegó a construirse toda una mitología en torno al boxeo, con la propaganda del cine americano y un puñado de sus obras maestras. No obstante, toda esa épica del mamporrero hecho a sí mismo cayo en desuso, al menos durante unos años. 


Hoy ese deporte incipiente en los primeros 2000, aberrante entonces y ahora, que deja la violencia del boxeo en un juego de niños, se ha popularizado entre los adolescentes, varones, sobre todo, que ven en la violencia convertida en espectáculo un signo novedoso de identificación, como en las arengas neofascistas de VOX y aledaños. Esos mismos adolescentes tienen en el mamporrero Topuria a un nuevo ídolo, para abrirse paso por el mundo a hostias y conquistar dinero y popularidad. Con la ornamentación tatuada del cuerpo se aliña toda una estética, atraída por la gratuidad de todos estos elementos; la gratuidad de las hostias, que se reparten como panes, y porque sí, la gratuidad de los símbolos alineados con la fiereza y la fortaleza física, propuesta como la suma de todas las cualidades que se valoran. Levántese pronto a entrenar y encontrará el modo de engañar al prójimo para ganar más dinero, Lamborghini por medio. Topuria ahora dice que será el deportista mejor pagado del mundo. Se permite también difundir una ética, un método para conseguir lo suyo. El mamporrero como modelo de conducta y costumbres.


Ojo, de una patada podría matarte, en medio segundo. 


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