jueves, 25 de mayo de 2017




Lo grotesco debería gustarnos. Está en el espíritu español, si es que lo español tiene espíritu. Está en los bufones de Velázquez y en las pinturas negras de Goya. Está en la picaresca (lazarillos y alcahuetas). Está en Valle-Inclán y en Gómez de la Serna; hasta en Camilo José Cela (en él mismo tanto como en sus libros).

Uno huye de lo grotesco por prevenirse y no caer; no asumirlo de lleno no vaya a ser que.

Lo grotesco es más del sur, más español e italiano que inglés o alemán. Para los del norte, las grandilocuencias: los grandes temas, las grandes ideas. En el sur están las humillaciones, las deformidades.

Lo grotesco no puede evitarse. Hay que domarlo, esto es, refinarlo. Como hizo Velázquez en sus cuadros. Lo grotesco merece ser comprendido. Merece ser justificado.

Hay un grotesco para cada sitio. Hay un grotesco sudamericano. Un grotesco español. Y no digamos valenciano, con su grotesco fallero, de mala calidad.

Vi por primera vez a Harry Crews en un filme documental (documental falso) sobre el cantante Jim White, titulado Searching for the Wrong-Eyed Jesus. En el filme el cantante hace un recorrido en coche por el paisaje lúgubre y pantanoso del sur norteamericano, cargado con una vieja talla de madera que representa un Jesucristo. Todo el recorrido parece azaroso: White se va encontrando cosas, gente. Se encuentra, en un momento determinado, con un personaje extraño, enloquecido, vestido de negro. El personaje cuenta historias de manera, digamos, febril. Parece un poeta; en algún momento yo lo confundo con un escritor que conozco, Denis Johnson. Sin embargo, el personaje del filme es demasiado viejo, no puede ser Johnson pues, por aquella época, Johnson no puede tener mucho más de cincuenta años.

El viejo poeta enloquecido del filme de Jim White es Harry Crews; un escritor de historias grotescas que, cuando se estrenó el filme, todavía no había sido editado en español. Está siendo editado ahora por una nueva editorial llamada Dirty Works.

Compré alguno de sus libros ya hace tiempo. No he empezado a leerlo hasta ahora. Demasiada querencia por la deformidad. Además, el aspecto de esos libros, el estilo, era demasiado realista. Y yo he sido un lector con ínfulas.

Crews cuenta cosas poco normales de una forma relativamente normal. Algo así.


3 comentarios:

  1. Una infancia. Biografía de un lugar, de Harry Crews, que yo sí he leído, es un libro magnífico.

    Lo grotesco también se da en el norte (no tanto lo esperpético), y lo grotesco también abunda en su pintura

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  2. ...yo estoy leyendo "El amante de las cicatrices", que supongo no es su mejor libro... ése que dices también lo tengo y lo leeré en breve, pues creo que he empezado un ciclo de lecturas Harry Crews

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  3. ...lo grotesco en el norte tiene otro carácter, es más elevado, más "celestial"

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