martes, 7 de febrero de 2017




Si se producen coincidencias entre escritores a veces no es por casualidad, tampoco por oportunismo. En ocasiones se producen coincidencias por una cuestión de necesidad. Hay tres libros que podrían parecer contradictorios; pero que, más bien, se complementan. Uno tiene la tentación de arrancarse a leerlos al unísono, como si sus personajes, tramas, disquisiciones, pudiesen entremezclarse.

Annie Proulx ha escrito una novela de largo recorrido. La historia de un bosque mermado por la explotación maderera. Una novela en la que el bosque es el protagonista; y los personajes, las personas, entran y salen, empiezan y acaban, erosionándolo. Proulx ha escrito una novela bienintencionada; que denuncia lo que todo el mundo sabe: la naturaleza se resiente desde hace siglos, los mismos en que el capitalismo se ha ido apoderando de sus recursos y, si se me permite la cursilería, del alma humana. El libro de Proulx es el retrato del bosque y su desgarro. Como todos los grandes libros, El bosque infinito es un libro que parece mentira que no haya sido escrito anteriormente.





Si de algo peca el libro de Annie Proulx es de grandilocuente. (Aunque en este caso yo creo que tenía que ser así: la naturaleza, la historia de un bosque, requiere una cierta grandilocuencia.) Gabriela Massuh, en Desmonte, corrige este pequeño defecto. Construye una historia más centrada en lo humano. Y establece un paralelismo entre la necesidad de atender al desgarro de la naturaleza (esta vez no se trata de un bosque sino de una selva) y las disquisiciones propias de la literatura. Massuh escribe desde un plano más intelectual que Proulx. Su protagonista es escritora y desprecia continuamente lo literario entendido como juego formal, como entretenimiento culto; frente a la necesidad de atacar un problema apremiante. No más experimentos literarios inócuos, dice Gabriela Massuh.





El tercer libro, escrito por un tal Mike Wilson, es un experimento literario. Un libro sin trama. Con un protagonista oculto, fascinado por la vida natural. Una especie de Thoreau del siglo XXI; un hipster harto de la civilización que decide abandonarlo todo para irse a vivir a Canadá. Se titula Leñador. Podría ser el colofón de los otros dos libros. Aunque también tiene elementos contradictorios. Leñador es una novela-ensayo sobre la vida de los leñadores canadienses; los mismos que contribuyen a la desaparición del bosque de Annie Proulx. Leñador es también un libro exaltado, individualista; que encuentra como solución la huída (a la manera de los modernos decimonónicos).

A la vez, Leñador es contradictorio en sí mismo; pues Wilson dice no haber estado nunca en un bosque canadiense. Su libro solamente es, digamos, una aproximación teórica.

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