viernes, 29 de agosto de 2014




Vista de Delft. Johannes Vermeer, hacia 1660.

Fuimos a Delft por Vermeer, aunque sabíamos que allí no está ninguno de sus cuadros conocidos. Podíamos haber intuido que nada de Vermeer ha quedado en la ciudad de Delft. De cualquier manera, nos merecía la pena intentarlo. Perseguir su fantasma cuatrocientos años después. Las calles que pisó. La casa donde vivió. El lugar en el que sus restos fueron enterrados. Toda una liturgia un tanto absurda; turística, al fin y al cabo.

Delft es una ciudad pequeña y encantadora, surcada por canales de agua estancada cubiertos de vegetación. Un mercadillo a los pies de la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk), donde los holandeses entierran a sus reyes. Un par de calles más allá, dando vueltas, encontramos el museo del pintor Vermeer, tal y como viene en las guías. Yo esperaba que al menos el museo estuviese ubicado en la casa natal; pero no, la casa natal está en la misma calle y no se visita. Aunque nadie nos asegura que aquella casa señalada, en aquella calle de nombre imposible (Voldersgracht), fuese el lugar donde nació el pintor. Las construcciones cambian y el edificio actual, según parece, no es el de la época. Nos plantamos frente a aquella casa de Delft y veneramos el solar. Luego nos desplazamos tres o cuatro números y entramos en el museo. Pagamos un precio desproporcionado por ver unos vídeos y recorrer el recinto del museo en el que se nos explica, en inglés, lo poco que se sabe del pintor. Su pertenencia al gremio de San Lucas. Su matrimonio con una mujer más rica a la que no pudo mantener y dejó endeudada. Vemos allí fotografías a tamaño natural de todos sus cuadros conocidos y poco más.

En la calle Langendijk vivió con su mujer e hijos en casa de su suegra. Supuestamente allí pintó sus cuadros. Nos dicen el lugar aproximado. Aunque, como sucede con la casa natal, nadie asegura nada. El edificio no tiene cuatrocientos años, desde luego. De allí vamos a la Iglesia Vieja (Oude Kerk), donde supuestamente está enterrado. Aunque tampoco se sabe el lugar exacto. En un punto del interior de esa iglesia encontraréis una piedra con el nombre del pintor, nos dicen. Encontramos la iglesia cerrada.

Preguntamos por la casa que pintó en un cuadrito delicioso titulado La callejuela. No se conoce. Existen diversas hipótesis, nos cuenta una amable mujer en un perfecto castellano con acento argentino. Podría ser un lugar inventado. Allí hay muchas casas parecidas, pero ninguna exacta a la del cuadro. Han pasado muchos años y durante mucho tiempo a nadie importaba lo que ese pequeño cuadrito representa.

Nos queda encontrar el punto de vista de otra de las imágenes de Vermeer, Vista de Delft. Buscamos el punto en el plano que la mujer con acento argentino nos ha señalado. Está muy cerca de la estación de trenes, así que nos viene de paso. El punto de vista del cuadro es más elevado; de modo que, desde nuestra posición, apenas se puede ver el campanario de la Iglesia Nueva tal y como aparece en el cuadro. ¿Lo pintó desde el interior de una de las casas que tenemos detrás? Tal vez desde un segundo o tercer piso. Antes de irnos, fotografío el lugar con mi teléfono móvil.

En la misma línea de trenes que nos trajo a Delft desde Amsterdam, ya de vuelta, paramos en La Haya (Den Haag). En el museo Mauritshuis podemos encontrar el cuadro de Vermeer, Vista de Delft. Es un cuadro de formato mediano, de poco más de un metro. Aunque conocía sus dimensiones reales (noventa y ocho por ciento diecisiete centímetros), lo imaginaba más pequeño. Por algún motivo (la delicadeza aparente de su pintura), todo lo de Vermeer uno lo imagina diminuto.


10 comentarios:

  1. Te falto decir lo de la mostaza, la cerámica azul y que tiene una universidad para posdoctorados donde estudió un año el luego famoso Lansky, (Yo sí he visto Vermeer, jeje, en Londres)

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    1. Vermeer está muy repartido por el mundo... Habrás visto pocos, dos o tres. Pero lo que sí es un privilegio de los londinenses es tener un cuadro muy singular de Velázquez. La venus, que supongo habrás visto.

      Un saludo

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  2. Y cuando se ven muchos de sus cuadros, nos damos cuenta de como daba la luz a las mujeres, los hombres aparecían como espectadores: todo un maestro con poca suerte y que gracias al crítico de arte J.T. Thoré, fue conocido y rescatado del olvido dado lo poco que vendió, como algún otro. Lo de las mujeres debía ser su admiración por ellas así que son sus verdaderas protagonistas y eso siempre nos gusta a las féminas, jeje.
    Me encanta como hace entrar la luz a la escena, lo adoro.

    Cariños

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  3. hablas de Vermeer como si fuese arquitecto o fotógrafo

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  4. Claro que sí: demiurgo. Cuando miro la mujer del clavicordio me inunda la luz: es precioso y saludable y a mí me encanta la forma que tiene de tratarnos: dándonos luz.
    Buena entrada de curso.

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  5. yo prefiero hablar de color, Vermeer es extraordinario modulando el color

    la luz no sé qué es

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  6. La pobre Valeria riéndote la gracia, y tú que no tragas: eres incorregible.

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  7. Si sigues pintando, sabrás qué es la luz, incluso -ahora con las nuevas tecnologías- la podrán apreciar los ciegos, de hecho ya ocurre, ¿qué no?.


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  8. Néstor, se ve que tienes más sentido del humor que JM que se toma las cosas muy en serio, producto de una educación férrea, tal vez. Pero aún estamos a tiempo, jeje.

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  9. Néstor, agradezco tu intención pero nada de "pobre", eso se queda para otros, jeje.

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