viernes, 28 de febrero de 2014

Veintiocho de febrero

La manía del ordenador

El bebé se sienta, él solo
Sin ayuda de nadie

Se queja, de pronto
De pronto suena una melodía
En cualquiera de sus cachivaches



Al borde de un prado entre un desorden de piedras,
oscurecida por la hierba crecida y el amaranto,
hendida y dibujada la huella del horror.
Tenía un bello nombre: libertad.
Bonita chuletilla. No comerciable, suave el
balido de vida nueva.

Él amaba su boca, sus pequeños pies rodeados de pliegues.
Mientras escuchaba cómo gritaba, lo cogió por el tallo
de la garganta con sus gruesos brazos brillantes de rocío.
Y él, alma serena, de anchas espaldas
y ojos como los de Blake, lamentó quién te crió, quién te mimó
sobre prados y flores, mientras los descuartizaba.

El establo ardía como un infierno indiferente,
envolviendo a las pequeñas doncellas con sus rizados mantos.
El campo y el pellejo yacían vacíos como el corazón.
Llamó a su dios jadeando,
abandonamos las granjas que habíamos sacrificado,
cortamos el cordón, incineramos a nuestros pequeños.

Lo hicimos por amor lo hicimos por el hombre,
el espino y el cuco,
los senderos de Cumbria.
Lo hicimos por un bello nombre.
libertad, bée, bée, bée.
nada por lo que jugarse el cuello.

jueves, 27 de febrero de 2014




Somos pues como troncos de árboles en la nieve. En apariencia yacen apoyados en la superficie, y bastaría un leve empujón para poder apartarlos. No, no se puede, pues están sujetos firmemente al suelo. Aunque cuidado, también esto es sólo aparente.

martes, 25 de febrero de 2014

Veinticinco de febrero

Cierro el libro
Levanto la vista
Escucho el murmullo
De la televisión
Mirando alrededor
Como un idiota

Tratando de encontrar
Algo sobre lo que escribir

Un tigre dibujado
A medias con mi hijo D
Parece observarme
Entre furioso y contrariado

Risas en la calle

lunes, 24 de febrero de 2014

Veinticuatro de febrero

Café y ducha rápida

Espero a que venga
La niñera

Mi reloj quedó anoche
Con la esfera hacia abajo
Sobre una mesa

Un espejo, al contrario
Hacia arriba

viernes, 21 de febrero de 2014

Veintiuno de febrero

Ser feliz un momento
Jugando en el suelo con
Los dos niños

Apilamos piezas de madera
Que el pequeño derriba
Estallando en
Una risotada

Un periódico destripado
La televisión en completo silencio

Una luz intermitente en el teléfono
Me hace bajar de la nube
Infantil

Un amigo que le ha ganado un pleito
A su exmujer
Tenemos que celebrarlo, me cuenta

Una botella de agua
Un mando a distancia
Sobre la mesa, un jarrón
Con seis flores ya marchitas

jueves, 20 de febrero de 2014











Veinte de febrero

D no quiere acabarse el desayuno

Tiene una herida en la boca
Resultado de una caída

Una vecina le ha regalado un juego
Ya no lo usa su hijo mayor

El juego preside el salón
Como una torre gigantesca y absurda

martes, 18 de febrero de 2014

Dieciocho de febrero

Un plato con restos de comida y
Unas llaves
Sobre la mesa

Dolor de estómago

Todos duermen

lunes, 17 de febrero de 2014

Diecisiete de febrero

Yo observando al bebé
Reptando por la casa
Como un pequeño caimán

Trato de imaginar lo que le espera
El futuro para el que parece haber nacido
Y me dejo seducir por el miedo

No voy a saber entender su sufrimiento

He dejado mis gafas sobre la mesa
Para que el bebé no me las arranque
De un zarpazo
Ha perdido un zapato
En la tele debaten sobre Rosa Benito

Quietud en la calle
No se mueven ni siquiera las copas
De los árboles

El bebé se ha quedado atrapado entre dos sillas
Grita, me llama












Me enternecen sobremanera
esas parejas
de viejecitos renqueantes
que se sostienen en pie difícilmente
y sin embargo llegan cada día
puntuales a la cita
con el café con leche
y el periódico.
Miran como si en realidad
lo que suceda
nada les importase, como si todo
lo habido y por haber
se la trajese floja
a esas alturas.
Y lo único que quieren
es que mañana el bar
esté en su sitio.
Y que ellos lo vean.

sábado, 15 de febrero de 2014

Quince de febrero

Supermercado, galería de fantasmas
En qué hemos convertido nuestra supervivencia

D quiere una bolsa de Cheetos

viernes, 14 de febrero de 2014

Catorce de febrero

Finaliza la jornada de trabajo
Un examen, tres alumnos

El aula se ve desordenada y desierta
Como en un filme apocalíptico

Agradable sensación de cansancio
Octaedro de papel sobre una mesa
Dos cajones abiertos

miércoles, 12 de febrero de 2014







Doce de febrero

D nada en una piscina pública
He olvidado un libro, para entretenerme
Durante la espera

No importa, tengo un teléfono
Un teléfono lo es todo hoy en día

D ya nada muy bien
Tal vez haya un centenar de personas
En el agua

Un tipo espera como yo jugando
Con su teléfono
Una señora consulta algo en internet
Ninguno de los que estamos aquí
En las gradas
Atendemos al lujoso espectáculo
De nuestros hijos
Disfrutando del agua

lunes, 10 de febrero de 2014







Llegar al fin
hasta la puerta
de tu casa,
entrar,
echar todas las cerraduras,
y, como quien saborea
el sabor de la venganza,
decirlo:
«ahí
os quedáis,
hijosdeputa».

miércoles, 5 de febrero de 2014




No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...

martes, 4 de febrero de 2014




-¿Cómo sabes lo que te está pasando realmente?
Fue todo lo que se me ocurrió en ese momento.
-Oh, no lo sabes nunca -dijo Mildred.
Mildred tenía el papel del permiso de conducir en la mano con la que manejaba el volante. Nos estábamos acercando a dos garitas de madera contiguas. La carretera se bifurcaba al pasar por delante de ellas.
-Hay dos clases de personas en el mundo -dijo Mildred-. Bueno, en realidad hay muchas. Pero en esto hay sólo dos: las que entienden que no lo sabes nunca, y las que creen que lo sabes siempre. Yo soy de las primeras. Es más seguro.

domingo, 2 de febrero de 2014




Chirbes recuerda cuando se fue a trabajar a Marruecos en 1977 y cómo al volver no reconocía a sus jóvenes amigos, que habían dejado de cantar a Llach y andaban enredados con el terror en el hipermercado y la movida madrileña. "Era la vertiente cultural del '¡Enriqueceos!', pintores y músicos que cobraban un dineral de los ayuntamientos", explica el escritor.

Chirbes desconfía de las redes sociales. No le gusta su clamor desde el anonimato y la cobardía. "Para mí son como esas 'tricoteuses' de la revolución francesa, que esperaban ver qué cabeza caía de la guillotina para celebrarlo". La comparación hizo fortuna y la palabra "tricoteuse", hasta ahora patrimonio de los historiadores, ha estado muy presente en el discurso de los enemigos de las redes sociales.
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